En un mundo donde los refranes son las joyas de la sabiduría popular, “Con la iglesia hemos topado” se erige como un monumento a la confusión y el desencanto. Este refrán, que nos habla de chocar con la institución religiosa, es una invitación a reflexionar sobre nuestras experiencias, o más bien, nuestras desventuras con el mundo de lo sagrado.
Imaginemos la escena: tú, un intrépido explorador de la vida cotidiana, te lanzas a la conquista de un nuevo proyecto, solo para encontrarte de frente con la iglesia, esa venerable institución que parece tener el monopolio sobre las decisiones cruciales. ¡Qué sorpresa! En lugar de hallar apoyo y comprensión, te topas con un mar de rituales, dogmas y una interminable lista de “no puedes”. Claro, porque nada dice «progreso» como un choque con la tradición.

El refrán sugiere que, cuando te enfrentas a la iglesia, es mejor dar marcha atrás. Pero, ¿realmente queremos aceptar este sabio consejo? Después de todo, la vida está llena de encuentros inesperados. ¿Quién no ha soñado con llevar a cabo un proyecto innovador solo para descubrir que, en lugar de un entusiasmo desenfrenado, lo único que encuentras son miradas severas y un coro de «así no se hacen las cosas»?
La ironía aquí es palpable. Mientras el mundo avanza a pasos agigantados hacia la modernidad, la iglesia parece estar en una especie de déjà vu perpetuo. La lucha entre lo antiguo y lo nuevo se convierte en una danza cómica, donde el protagonista, que eres tú, intenta explicarle a la iglesia cómo funcionan las cosas hoy en día. Es como hablar con un cassette en un mundo de streaming: absolutamente inútil, pero tan divertido de observar.
Y no nos olvidemos de los que, por supuesto, creen que este refrán es una advertencia. “Ten cuidado”, dicen, “la iglesia puede ser un obstáculo”. Pero claro, la verdadera pregunta es: ¿quién no ha topado con algo que le haya hecho repensar sus planes? La vida, al final, es una serie de obstáculos, y algunos son más pintorescos que otros. Así que, si alguna vez te encuentras en una situación similar, recuerda: “Con la iglesia hemos topado” no es solo un aviso; es una oportunidad para desarrollar tu capacidad de improvisación.
En conclusión, “Con la iglesia hemos topado” es un recordatorio hilarante de que a veces la vida nos lleva por caminos inesperados, donde lo sagrado y lo profano se cruzan de maneras que jamás imaginamos. Así que, la próxima vez que te enfrentes a un conflicto con la tradición, ríe un poco. Después de todo, el choque cultural nunca ha sido tan divertido. ¡Brindemos por las aventuras inesperadas y por seguir topando, con la iglesia o con lo que sea!